Desde la primera línea se siente la curiosidad que la definió: Zoila Gómez García no fue solo una estudiosa de partituras, sino una narradora atenta del latido musical de la Isla, capaz de convertir fuentes y archivos en historias que vuelven a sonar. Esta reseña busca trenzar su vida y obra en un solo hilo cálido y preciso, porque su legado pide ser leído con respeto y cercanía.
Zoila Elizabeth Gómez García nació en La Habana el 6 de octubre de 1948 y falleció en Ciudad de México el 16 de octubre de 1998; su formación la condujo a combinar el rigor musicológico con la enseñanza y la práctica instrumental, desempeñándose también como organista y profesora.
En la escena académica cubana dejó huellas concretas: fue integrante de la primera promoción de musicólogos graduados por el ISA (Instituto Superior de Arte) y recibió el Premio Nacional de Musicología “Pablo Hernández Balaguer” por su trabajo sobre Amadeo Roldán, reconocimiento que subraya su capacidad para unir documentación, análisis y sensibilidad crítica.
Como autora, contribuyó a obras colectivas y monografías que hoy sirven de referencia para entender la música latinoamericana y caribeña; entre sus trabajos figura la coautoría de Música latinoamericana y caribeña (Ed. Pueblo y Educación, 1995), volumen que sintetiza perspectivas históricas y críticas con claridad didáctica.
Su método privilegiaba la escucha atenta del contexto: no trató la música como mero objeto estético sino como tejido social, político y de género, lo que la acercó tanto a estudios de interpretación como a investigaciones sobre prácticas populares y cultas.
Además de su producción escrita, Zoila fue docente rigurosa y cultivó generaciones de investigadores; su vida profesional demuestra cómo la pedagogía puede ser un acto de preservación cultural.
Hoy su nombre aparece en bibliografías, catálogos y en la memoria de instituciones que valoran la musicología cubana, y su obra sigue siendo punto de partida para quien quiera escuchar a Cuba con ojos críticos y corazón abierto. Su legado invita a volver a las partituras y a las voces humanas con el mismo respeto con el que ella las abordó.
Foto: Tomada de la revista Clave
