Todos tenemos un bolero dentro 

Inauguracion Cubadisco

Por: Ana María Domínguez Cruz / Foto: Pablo Massip 

Cuando el presidente del Comité del Premio Cubadisco, Jorge Gómez, dijo minutos antes de iniciar la gala de inauguración que, aunque el mundo esté al borde del abismo, “todos tenemos un bolero dentro”, comprendí entonces que un pedazo del alma de cada cual puede encontrarse en cualquiera de esas canciones emblemáticas del género, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y viceversa… cualquiera de esas piezas puede resumirnos, complementarnos, entendernos, amarnos, revivirnos. 

Dedicada justamente al bolero, esta edición del certamen, devenido también La Fiesta del Disco Cubano, fue muy acertada al proponer como gala inaugural un espectáculo musical en el que la Orquesta Sinfónica Nacional derrochó talento en la interpretación de títulos clásicos del repertorio bolerístico, aderezados en ocasiones con las voces encantadoras de Anais Abreu y Osdalgia Lesmes. 

La apertura, totalmente seductora, fue “Bolero”, de Maurice Ravel. Aunque la obra posee pocos elementos compositivos, ahí radica su magia: en ser reiterativa en su variación al punto de que parece sonar igual, pero es diferente cada vez. Y aun cuando no se relaciona con el género cubano, su fama es internacional y su originalidad siempre es aplaudida. 

Seguidamente irrumpió en la escena Anais Abreu, notable intérprete del género, sobria y radiante al mismo tiempo, quien regaló en su voz “Esta casa”, de Aldemaro Romero, y “Llanto de luna”, de Tito Rodríguez, acompañada por el guitarrista Onexys Solana, invitado a la cita. Seguidamente, la Orquesta volvió a compartir melodías junto a ella para ofrecer “Amor fugaz”, de Benny Moré, con arreglos del maestro Joaquín Betancourt. 

Quedó dueña de la escena la que hoy se erige como institución rectora de la Filarmónica Nacional de Cuba y escuchamos “Alma con alma”, de Juan Márquez, y “Este amor que se muere”, de Juan Formell, ambas piezas con arreglos del maestro Joaquín Betancourt. 

La espera consciente se diluyó cuando la cantante Osdalgia Lesmes, vestida de rojo, marcó una pauta en la gala. Otro timbre, otro matiz vocal, otra manera de apropiarse de “Aquellos ojos verdes”, de Adolfo Utrera y Nilo Menéndez, con arreglos de Ito Serrano. 

La sonoridad instrumental volvió para ofrecer “La vida es un sueño”, de Arsenio Rodríguez, y “Dos gardenias”, de Isolina Carrillo, arregladas por el maestro Joaquín Betancourt. La formación, más adelante también regaló “La sitiera”, de Rafael Hernández, con arreglos del también Premio Nacional de Música. 

Osdalgia Lesmes hizo suya “Imágenes”, de Frank Domínguez y “Te extraño”, de Armando Manzanero, ambas piezas con arreglos de Ito Serrano, un cierre formidable e imperdible de esta propuesta. 

Reseñando según el orden del programa, pude percatarme de que fue elaborado con rigor y sentimiento, pues es difícil seleccionar algunos títulos y no otros, cuando del bolero se trate. Arreglar las piezas también supone un desafío y aplaudo la destreza de la Orquesta, dirigida por el inquieto y espontáneo Igor Corcuera —de quien celebro no solo su talento musical sino también esa manera genuina de romper esquemas—, así como la autenticidad de las reconocidas cantantes. 

Fue un concierto sublime, elegante, de merecido tributo a esos autores insignes del género, tan versionados a nivel mundial. Lamento apreciar tantas butacas vacías porque fue una oportunidad exclusiva. Además, anhelo en próximas galas del evento vibrar con la alegría que supone su celebración desde la presentación que, plena de información relevante y oportuna, no transmitió esa esencia pues transcurrió en un tono más bajo que el que La Fiesta del Disco Cubano requiere. 

Cubadisco 2025 tiene mucho para dar… y así comenzó. 

Fuente: La Jiribilla

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