Sara González: el programa del Moncada

Sara González

En 1969, una década más tarde del triunfo revolucionario del primero de enero, vio la luz el disco 26 de julio: los nuevos héroes, una obra colectiva del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, que contó con la participación de tres de sus más relevantes integrantes: Silvio Rodríguez, Noel Nicolas y Pablo Milanés. 

Fueron canciones escritas por encargo, aunque cada autor llevó al pentagrama su forma personal de expresar la poesía y la música.

Al apreciar el fonograma a la distancia, sentimos la ausencia de la voz y la inspiración de Sara González; pero hay que comprender que en ese entonces, la voz femenina por excelencia del Movimiento de la Nueva Trova cubana no había explosionado en todo su potencial, ni había estremecido al público nacional y foráneo con su temperamento e histrionismo. 

Pero no demoró mucho el homenaje de Sara a la epopeya del Moncada. En 1976 grabó el tema “El programa del Moncada” con el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC bajo la dirección de Leo Brower.

Esta canción, como escribiera la colega Katia Camejo Montpellier (en el texto “Banda sonora de la épica revolucionaria cubana“, publicado en esta página el 03.01.2025), es uno de los títulos que transmite con mayor pasión el pensamiento que Cuba legó al mundo desde 1959.

Resulta comprensible el entusiasmo de la periodista citada, ya que la canción de Sara es una recreación musical del pensamiento fidelista en los comienzos de la última fase de la lucha e insurrección nacional cubana y de modo especial, de la nueva estrategia revolucionaria puesta en práctica por la llamada Generación del Centenario.

Como se conoce, el 26 de julio de 1953 se desarrollaron simultáneamente los ataques a los cuarteles Moncada y Céspedes, de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente. Las acciones no lograron sus objetivos y fueron apresados y procesados unos 30 asaltantes.

EL 21 de septiembre de ese mismo año se iniciaron las sesiones del juicio contra los moncadistas en el Palacio de Justicia de Santiago de Cuba. Finalmente Fidel fue incomunicado y juzgado solo el 16 de octubre de 1953.

Ese día en una pequeña sala del Hospital Saturnino Lora fue juzgado el jefe del movimiento en presencia de apenas veinte  personas. En su condición de abogado, Fidel asumió su defensa. 

La trovadora de ojos color esmeralda inició su composición refiriendo la estatura cívica y ética del joven que transformó el banquillo de acusado en tribuna de denuncia de los males de la República y los crímenes cometidos por la dictadura: “Su voz llenaba el salón / Solo quien fue tan hondo herido, / la patria humillada ha visto, / la justicia envilecida, / puede acusar con palabras / sangre del corazón y de la verdad…”.

En otro momento de su canto, la compositora se refiere al concepto fidelista de pueblo cuando el joven destacó las clases y grupos sociales que incluía ese concepto “si de lucha se trata“.

En la pieza musical se parafrasea la definición de Fidel en los siguientes versos: “los hombres del pueblo son / desempleados, obreros, / cosechando la miserias, /campesinos que, en la tierra / amada y ajena, sudan…

El Programa del Moncada fue expuesto por su principal líder durante el juicio que se le siguió a los moncadistas. Este alegato, conocido por su frase final “…la historia me absolverá“, presentó un programa de solución revolucionaria para Cuba con el fin de  alcanzar el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista y llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias. 

No fue un rosario de promesas vacías sino la planeación de acciones específicas con el objetivo de cumplir y poner en práctica una estrategia de lucha en la nueva etapa iniciada con las acciones del 26 de julio de 1953.

De ahí que Sara González finalizará el texto de su canción poetizando esa voluntad expresa de batallar hasta la victoria o fallecer en el empeño, fieles al legado del mambisado cubano: “ Y a está gran masa irredenta, / a la que ofrecen y engañan, no le iban a decir / ¡Te vamos a dar! / sino: Tienen aquí, / lucha con todas tus fuerzas hasta vencer o morir».

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