Pablo Milanés: enlace de lo tradicional y contemporáneo 

Pablo Milanés

Al evocar las primeras visiones de Pablo Milanés Arias, acuden a la mente de este reseñador imágenes de un joven mulato y delgado, que recién había cumplido intensas vivencias en una unidad militar de ayuda a la producción. Traía la guitarra en ristre, cual adarga quijotesca y el alma cargada -como todo joven emprendedor y romántico- de sueños y canciones. 

Hacia 1968, el músico, nacido en Bayamo el 24 de febrero de 1943, comenzó a asistir a las reuniones de una mocedad artística, a las que también asistían Martín Rojas, Silvio Rodríguez, Noel Nicola, y Eduardo Ramos, quienes integraron el grupo gestor de la nueva canción trovadoresca cubana. 

En otras miradas posteriores, vuelve aparecer el mismo mulato joven, algo más grueso y con un expresivo peinado afro: una nube de cabellos que expresaban el orgullo por su negritud. Entonces las canciones de Pablo ya eran conocidas y lo siguieron siendo, cuando las más recientes imágenes nos lo devuelven como un hombre envejecido, de escasa y nívea cabellera, el cuerpo aguijoneado por la enfermedad y el tiempo, el implacable, el que ya pasó, como solía cantar en épocas  anteriores. 

En sus escrituras musicales se aludía a los ideales de humanismo y civismo que profesó. Ejemplifican su creación musical títulos como: «Canción por la unidad latinoamericana», «Yo pisaré las calles nuevamente», «Cuando te encontré», «Cuba Va», «Amo esta isla», «Pobre del cantor», y, fundamentalmente: «Yolanda», «El Breve espacio en que no estás», «Ámame como soy «, «Para Vivir» y «Mis 22 años», por solo mencionar una muestra mínima. Esta última canción está considerada por muchos el nexo entre el feeling y la nueva trova, que incluía novedosos elementos musicales o voces que sobrevendrían posteriormente. 

Lo popular también estuvo presente en su forja autoral, sin incurrir en folclorismos estereotipados ni empecinada voluntad de rescatismos identitarios. Recuérdese su guaguancó «Los caminos» y su abundante acercamiento a las raíces del son y la trova tradicional. Con razón se ha dicho que en su obra «convergen las corrientes aéreas y subterráneas de toda la música que ha pasado por Cuba». 

De su excelencia musical hablan más de cuarenta álbumes en solitario, una quincena de trabajos con el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, numerosas participaciones en álbumes colectivos y colaboraciones con otros artistas, además de la obtención de dos Grammys latinos por el mejor álbum  de cantautor en 2006 y a la excelencia musical en 2015. 

Sin duda alguna Pablo Milanés fue continuador y al mismo tiempo renovador de la rica tradición de la canción cubana, de su música toda desde la trova tradicional, pasando por el son y el feeling, hasta desembocar con sello perdurable en el accionar esencial y original de la nueva trova y el cancionero contemporáneo. 

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