La otra Lecuona: la voz íntima del bolero en Cuba

Ernestina Lecuona

En la penumbra de un piano doméstico, una mujer afinó durante décadas el pulso sentimental de Cuba. No buscó el reflector: prefería el instante en que una melodía cae tibia sobre la voz de una soprano; el minuto en que el bolero se vuelve confidencia y el público, cómplice. 

Ernestina Lecuona fue rumor profundo: compositora, pianista, maestra. Una creadora que hizo del lirismo su casa y del escenario, un puente hacia la emoción compartida.

Su obra abarcó canciones, boleros, criollas, guajiras, valses y danzones; a menudo escribió también las letras, y cuando no, dialogó con poetas de su tiempo. En sus partituras el sentimiento manda, pero nunca sin elegancia: melodías cantables, giros cubanos reconocibles y un oficio pianístico que sostiene, arropa y realza. 

Entre las páginas más queridas de la célebre criolla circulan títulos como “Ahora que eres mía”, “Dame otro beso”, “Cierra, cierra los ojos” o “Solo a ti te quiero”, piezas que la gran Esther Borja convirtió en clásicos de la memoria afectiva de la mayor de las Antillas. 

Ernestina Lecuona no solo creó: impulsó carreras y escenarios, dio sus primeras lecciones de piano a su hermano menor, Ernesto, el mítico autor de “La comparsa” y “Siboney”, y lo acompañó luego en conciertos y giras por América, incluida la sobresaliente estampa de ambos a cuatro manos. 

En 1937 fundó en La Habana una orquesta de conciertos integrada solo por mujeres, gesto artístico y simbólico a la vez en el panorama musical de la época. 

Ernestina estuvo asociada a momentos trascendentales de la cultura, entre otros, cuando fue invitada por la Unión Panamericana y presentó en 1936 sus canciones en Nueva York; mientras colaboró con figuras como Margarita Cueto y Tito Guízar. Igualmente destacado resultó el reconocimiento en 1942 como “Hija Eminente de Matanzas”. A esa misma ciudad y a toda Cuba le devolvió, desde el piano, la delicadeza de un carácter que prefiere la sugerencia a la estridencia. 

También es abuela del compositor y guitarrista Leo Brouwer, otra rama mayor del árbol musical que constituye su estirpe, al tiempo que sus páginas continúan vivas en grabaciones y formatos digitales. 

Ernestina Lecuona nació en Matanzas el 16 de enero de 1882 y falleció en La Habana el 3 de septiembre de 1951. Entre esas dos fechas, dejó un espacio de sensibilidad que todavía orienta a cantantes y pianistas cuando buscan elegancia, lirismo y verdad. Y si su hermano conquistó los grandes teatros con suites y comparsas, ella instaló su reino en la cercanía: el bolero dicho al oído. 

Foto: Tomada de 5 de Septiembre

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