Guillermo Amores vivo en la rumba cubana 

Guillermo Amores

El sonar de los cueros llama y el barrio siente el aroma mágico que cautiva. No se olvidan los dolores y pérdidas ni se abandona la faena, que apenas deja tiempo para descansar, pero los pies se mueven hacia la contagiosa rumba. 

Con el sello de quienes aman ese convite popular y sueñan con entregarle su vida a la música, palpitó fuerte el corazón de Guillermo Amores Silveira desde los primeros pasos en su natal ambiente del habanero reparto Miraflores. 

Tan apasionante como dejarse llevar por la ancestral invocación a los orishas del panteón yoruba, fue para este impetuoso cubano defender lo legítimo de su herencia mestiza y humilde, en la cual no entendía de supremacías por color de la piel o por género. 

Con el ritmo propio que le impuso su origen, desde muy joven se acercó a las agrupaciones de música popular y empíricamente se adueñó de los escenarios con un crisma muy peculiar para atraer y aglutinar. 

Orquestas como Ireson y NG La Banda sintieron la fuerza de su credo por nuestro arte sonoro más auténtico. Ideó y convocó al Proyecto Team Cuba de la Rumba y, junto a otros soñadores como él, hizo crecer una hermandad de colectivos diseminados por los vericuetos de la Isla. 

Sonó mejor el cuero y el timbal, hubo discos, eventos y premios. Sin embargo, faltaba otra meta: el Proyecto Mujeres en la Rumba. También fue el artífice de esa hermosa realidad. 

Guillermo Amores vivió intensamente su breve latir de 56 febreros, apegado a lo más valioso de sus raíces, energizando la realidad con los mejores colores, los mismos que perpetúan su nombre y su legado en cada hombre y mujer, aferrados a no dejar morir nuestra rumba cubana. 

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