Frank Domínguez: Siempre en el recuerdo

Frank Domínguez

Nunca he logrado explicarme a carta cabal las causas por las que el pianista y compositor Frank Domínguez recusó alguna vez de su linaje güinero, cuando otros prominentes músicos nacidos en esta villa o hijos adoptivos, siempre reconocen estar  agradecidos de haber sido bendecidos por la magia de las otroras cristalinas aguas del Mayabeque; privilegiados, además, por la exuberante flora del lugar, así como de la cordialidad contagiosa de sus pobladores.

Aceptada o rechazada la  eventualidad de su nacencia, el suceso cierto es que Francisco Manuel Ramón Dionisio Domínguez Padrón –afortunadamente más conocido simplemente como Frank Domínguez– nació el 9 de octubre de 1927 en Güines, actual provincia Mayabeque, más exactamente en la calle Clemente Fernández, No. 104, entre Concha y Martí (hoy 94 No.9306 entre 93 y 95).

Su padre Nicolás Dominguez, era natural de Matanzas y por oficio técnico en Farmacia. Su madre fue la güinera Francisca Padrón Sanz, profesora de Alta Costura.

No tardó mucho la familia Domínguez Padrón en trasladarse para Matanzas por asuntos laborales. Allí transcurrió el resto de su infancia el niño Frank y sus dos hermanas, una etapa que el futuro artista reconoció haber sido «amena y feliz».

En esa época –descrita por el protagonista con tintes bucólicos– descubrió ese coloso de teclas blanquinegras que le cautivó para toda la vida.

Se cuenta que unos vecinos de la familia poseían un piano vertical. El pequeño Domínguez Padrón se obsesionó con el singular sonido del instrumento.

Hubo momentos en que el infante escapaba de su casa para llegar hasta donde estaba el piano y dar “manotazos a las teclas”, sin sospechar que años más tarde las acariciaría con especial deleite.

Al inicio está aventura fue tenida como inocente travesura infantil, pero a poco se reveló como algo más serio, principalmente cuando el chico anunció la intención de  estudiar seriamente la técnica del instrumento.

Luego de vencer la obcecada resistencia paterna, vulnerada cariñosamente con el incondicional apoyo de la madre, Francisco Manuel pudo ingresar en una escuela de piano cursando hasta quinto año del instrumento y el segundo año de teoría y solfeo. Como dato curioso añadiré que no quiso realizar estudios superiores, pues “no le interesaba ser concertista, sólo quería conocer los secretos del instrumento”.

Alrededor de 1945 comenzó su verdadera travesía artística, cuando en las aulas musicales comenzó  a acompañar al piano al cantante Gilberto Aldanás, en diferentes actos y realizar un programa en CMGW Radio (Hoy Radio 26), con la poetisa Carilda Oliver Labra, titulado: Junto a tu corazón y mi alma. Al año siguiente el binomio Aldanás-Domínguez era una presencia habitual en escenarios matanceros.

Matriculó en la universidad la carrera de Farmacia, cediendo a la presión paterna, aunque sin renunciar al idilio con el teclado.

En un descanso entre clases, asistió al llamado “Bar de Física” y comenzó a tocar allí; se relaciona y conoció al compositor Ángel Díaz, que le lleva a reuniones del filin, que se efectuaban en su casa. Posteriormente se presentó en el programa radial Buscando Estrellas, en el cual ganó el primer premio y le graban su primer bolero.

En esta época proliferan sus andanzas nocturnas, los contratos, los programas de radio, televisión, lo que hizo tambalear su promesa de concluir la carrera. En su tercer año de universitario optó por hacer una pausa en los estudios y seguir por el camino musical. Sin embargo, lentamente va examinando las asignaturas, hasta graduarse y así complacer a sus padres y brindarles esa satisfacción.

Frank Dominguez trabajó en los principales centros nocturnos y culturales de Cuba, con grabaciones para la radio, la televisión y el disco. Su capacidad melódica corrió pareja con sus facultades como armonista, además de poseer cualidades como pianista e intérprete. Sobre su  manera de componer expresó: “Creo en la inspiración. No tengo una probeta para meter hoy una clave de sol y otra mañana, más un tres por cuatro, para batirlo después“.

Y agregó: «Por lo general, la idea de la letra viene primero, mientras aflora la música. En ocasiones la canción no surge completa y me está rondando día tras día (…). Pienso que la letra es esencial. (…) intento no escribir por escribir, evitando esos finales que parecen pegados, abruptos. Lo que he dicho debe tener una ilación, una progresión, y no golpes efectistas. Me gusta mucho la metáfora, pero una canción no puede estar formada por frases pegadas“.

Una muestra de este modo de hacer son las canciones: “Refúgiate en mí“, ”Tu me acostumbraste“, “Imágenes”, “Me recordarás“, y “Un pedacito de cielo“, entre otras.

Domínguez fue un pianista de estilo personal, con un gran poder de comunicación. Su universo musical trascendió el filón para emparentarse con la canción y la pianística latinoamericana de corte romántico.

Cuando Frank Domínguez falleció, el 29 de octubre de 2014 en Mérida, México, donde residió las últimas dos décadas de su vida, concluyó la existencia física de uno de los creadores más relevantes de la canción cubana en la segunda mitad del siglo XX.

Foto: Tomada de Magazine AM:PM

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