¡Cuánto poderío demostrado debe tener una mujer sin corona ni palacio para ser indiscutible soberana entre sus semejantes! Ni siquiera importa dónde se ubica el referido trono, aunque en el caso de esta dama resulta de amplias extensiones.
El nombramiento de Radeunda Lima como reina del monte no la hizo dueña de un imperio, pero sí del reconocimiento popular debido a su talento para cantar los más diversos géneros, sobre todo, aquellos enraizados en la campiña criolla.
Nacida en la actual provincia de Villa Clara, al centro de la isla, con apenas 8 años de edad ya se le escuchaba, acompañada de su hermano Raúl, dos años menor que ella y excelente al ejecutar el laúd.
Sin dudas, el linaje musical lo heredaron de la madre, quien, sin poseer estudios, orientó la vocación de sus retoños y tal determinación fue decisiva, pues a los trece años Radeunda Lima, en la habanera Corte Suprema del Arte, fue premiada como Estrella Naciente.
No fueron pocas las presentaciones de esta legítima monarca que llevó en la voz sentimientos, sabor y gracia de los campos cubanos en recorridos por el país, incluso hizo una temporada en centros nocturnos de Nueva York.
La radio cubana devino desde muy temprano lugar obligado para la virtuosa jovencita, quien vio crecer a los adeptos en la medida que aumentó su presencia en diferentes emisoras de la Mayor de las Antillas, entre las que estuvo Radio Cadena Habana, con el programa El guateque del mediodía.
Su deslumbrante belleza dio más fulgor a la talentosa mujer en espacios de la Televisión Cubana y a partir de 1961 inició su faceta de compositora de música campesina con más de 100 títulos, que cantaron destacadas figuras como Celina González y continúan hoy engrandeciendo el pentagrama nacional.
Radeunda Lima llegó al mundo el 28 de agosto de 1923 y partió a la eternidad el 30 de mayo de 2005, no obstante, su reinado está intacto entre quienes la reconocieron, no solo por su creatividad musical, también por su humanismo extraordinario.