El guaguancó es más sabroso con Tío Tom 

Tío Tom

¿Quién no recuerda aquello de “a la fiesta de los caramelos no pueden ir los bombones”? El pegajoso tema musical se lo debemos a Gonzalo Ascencio Hernández (La Habana, 5 de abril de 1919 / 10 de febrero de 1991), quien pasó a la historia como el Tío Tom. Reconocido como el rey del guaguancó, transitó los barrios habaneros y se reunía con la gente más brava de la rumba como el gran Chano Pozo, El Pícaro, El Amaliano y los Aspirina. 

El populoso Cayo Hueso le vio nacer y crecer a inicios del siglo veinte en la tragedia de ser negro y pobre, pero nada pudo evitar que el arte le corriera por las venas y saliera a encontrarse con el mundo. 

Autor de incontables piezas, se asegura que muchas no las registró y le fue arrebatada la autoría en más de una ocasión. Compositor destacado fue Tío Tom, no solo por su fértil obra, también por los temas a los que dedicó su creatividad. 

Su trabajo resulta especial por alejarse de la “guapería” y el “machismo”, y adentrarse en los mejores sentimientos del amor, la nostalgia, la patria. Nada de mal gusto contagió su quehacer artístico y siempre ha sido elogiado por espontáneo y versátil. 

Increíbles anécdotas dejó este hombre bohemio y humilde, que lo engrandecen por ser tan original. Su obra ”¿Dónde están los cubanos?”, surgida al conocer que marines yanquis maltrataron la estatua de José Martí, hizo que lo llevaran a prisión. 

Su número ”Mal de yerba” lo dio a conocer y es muestra elocuente de cómo la sabiduría popular, la gracia y la ingeniosidad acompañaron a Gonzalo Ascencio Hernández, quien logró cantarle al amor usando títulos de famosos filmes norteamericanos. 

Ser compositor lo ha mantenido vivo aún después de su desaparición física el 10 de febrero de 1991, pero para quienes disfrutaron sus actuaciones era un hombre espectáculo. Cantar, bailar y tocar el quinto hacía más sabroso el guaguancó cuando se trataba de Tío Tom. 

 

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