Desde la sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la casa discográfica Bis Music celebró el Día de la Cultura Cubana con la presentación oficial del disco Álbum blanco para Silvio Rodríguez, un fonograma ideado y producido por Enrique Carballea, quien, seis años atrás, tuvo la osadía de comentarle su sueño al propio Silvio.
El cantautor, fiel a su peculiar sensatez, respondió con ironía: “Carballea, te volviste loco… haz lo que te dé la gana”. Aquellas palabras se convirtieron en permiso tácito para una aventura musical que ha tardado años en ver la luz, pero que desde este octubre de 2025 se ofrece al público con la madurez y el afecto de un homenaje genuino.
El espacio “Detrás de la portada”, coordinado por la Sección de Musicología y la Asociación de Músicos de la Uneac fue la plataforma idónea para develar el material que celebra la poética y vigencia del trovador natural de San Antonio de los Baños. Entre los asistentes, músicos, productores y amantes de la canción de autor compartieron un sentimiento común: Silvio Rodríguez no solo sigue siendo parte esencial del repertorio cultural, sino también un símbolo de resistencia y sensibilidad artística.
Un viaje entre épocas y sensibilidades
“Los sueños no son simples velas al viento”, escribió Joaquín Borges-Triana en las notas del álbum.
Durante la presentación, el crítico y musicólogo recalcó que Álbum blanco para Silvio Rodríguez es resultado de la tenacidad de Carballea, quien “cuando fragua un proyecto en su mente, no para hasta conseguir materializarlo”.
Esta compilación recoge once canciones que transitan entre los años sesenta y setenta del siglo XX, algunas inéditas y otras revisitadas, donde el lirismo y la introspección de Silvio encuentran nuevas voces, nuevos colores, nuevos horizontes.
Borges-Triana subrayó que estas piezas fueron escritas en una etapa de descubrimiento para Silvio, “los años del deslumbramiento ante la poesía de Rubén Martínez Villena, Saint-John Perse, César Vallejo, José Zacarías Tallet y Eliseo Diego”, y también de aperturas musicales hacia el folk norteamericano, el tropicalismo brasileño y la psicodelia del rock.
En sus palabras, “cada una de las once piezas recogidas puede escucharse con la certeza de que estamos disfrutando de un puñado de composiciones imprescindibles no sólo del cancionero reciente de Cuba, sino también de lo mejor de la música hispana de nuestro tiempo”.
Voces para un álbum universal
El disco presenta un mosaico de intérpretes que trasciende fronteras. Desde Brasil participa el legendario Chico Buarque, quien reinterpreta “Pequeña serenata diurna”. De Argentina llega León Gieco con “Canción para Yolanda y Pablo”. El chileno Manuel García deja su impronta en la inédita “Las nubes”, mientras la española Serena Domínguez debuta con “Cayó una estrella”.
El elenco cubano no se queda atrás: Beatriz Márquez conmueve con “Hay un ser pequeño y suave”; Leonardo García canta “Yo digo que las estrellas”; Roly Berrio aporta su sensibilidad en “No vayas a cerrar los ojos”; Eduardo Sosa ofrece una profunda “Virgen de Occidente”.
En tanto, Carlitos Lage y Diego Gutiérrez comparten “Defensa del trovador”, un guiño a los orígenes de la Nueva Trova. Completan el repertorio Yusa, con “Blanco” y “Canción de invierno”, y Mauricio Rodríguez, quien cierra el disco con ese mismo tema, representando el último registro sonoro de su carrera.
El álbum es también una lección de trabajo colectivo. La idea original pertenece a Enrique Carballea, quien comparte la producción general con Roberto Huste.
Los arreglos y producción musical estuvieron a cargo de Alfred Artigas y Yusa —en distintos temas—, además de León Gieco y Pedro Conde en la pieza que abre el disco. La ingeniería de grabación, mezcla y masterización fue realizada por Merlín Lorenzo, en los estudios PM Records (La Habana) y La Màda (Miami).
De la trova a la eternidad
El fonograma se ubica en la confluencia entre la historia y la contemporaneidad. No solo rescata canciones invisibles de Silvio —algunas nunca registradas oficialmente—, sino que establece un puente generacional y estético. “Cuando estas piezas fueron compuestas, Rodríguez era un joven delgado de barba rala que le cantaba, como toda la vida ha hecho la trova cubana, al entorno social y a sus vivencias personales”, rememora Borges-Triana.
El crítico destaca, además, la variedad estilística del álbum, donde los arreglos mezclan jazz, world music y guiños psicodélicos, demostrando que “el arte, como perenne desafío, ha sido siempre la premisa definitoria de la cancionística de Silvio”.
Tal convicción se hace evidente al escuchar cada tema, vestido con delicadeza y respeto por una obra que ha acompañado a generaciones.
Una celebración de identidad y memoria
Álbum blanco para Silvio Rodríguez no solo es un tributo; es un acto de afirmación cultural.
En una época saturada de inmediatez, este disco propone volver a las raíces de la canción con contenido, poesía y compromiso.
“Es la demostración de que las canciones, cuando respiran detrás los auténticos poetas, resultan razón de ser”, apuntó Borges-Triana al cierre del encuentro.
El fonograma estará disponible en todas las plataformas digitales a partir del 31 de octubre, y desde ya puede adquirirse físicamente en el punto de venta de Bis Music, en Calle 21 #459 entre E y F, Vedado.
La expectativa crece entre los silviófilos, para quienes este álbum será —como sus autores— un legado de fidelidad a la música, la palabra y la sensibilidad cubana que no envejece.