Según datos del especialista Oniel Moisés Uriarte, Armandito Cuervo fue catalogado como más rumbero y sonero que el Lele y Juan Crespo Maza. “Es que sus posibilidades vocales eran superiores a la de los antes mencionados, su nivel de afinación y capacidad para improvisar eran extraordinarias y esa fue la causa por la que militó en las dos formaciones más importantes de la década: primero en Los Van Van y luego Los Irakere”.
En verdad, es asombroso que Armandito haya participado en dos de las agrupaciones más resonantes en la historia de la música cubana: Los Van Van la banda más famosa de la salsa mundial y Los Irakere, al decir de José Luis Cortés, la banda más poderosa del planeta en el latín jazz.
Personalmente, Juan Formell me comentó para el libro Los Van Van, que “en un momento difícil de Los Van Van, en 1972, Armandito Cuervo fue una voz que encuadró con mucho acierto en la orquesta. Yo lo conduje en cada canción para aprovechar esos dones soneros y rumberos con mucho sabor y mucha pimienta”.
Armandito era conocido por Juan Formell a través de Caridad Cuervo, su hermana y quien era una cantante que dominaba muy bien el folclor y ya era una voz reconocida hasta en el cabaret Tropicana. Sabía Formell que Armandito cantaba desde niño, en 1965, en ese ambiente que se crió, muy popular.
Después supe que Armandito -me sigue diciendo Formell- logra profesionalizarse tocando la tumbadora con un combo de empaque como el de Franco Laganá, que se presentaba en las descargas del cabaret Parisién. Allí es donde lo conozco. Enseguida le grabamos “Habana joven”, “Si mami se va”, “Dale dos”, y “Pastorit”a, que fue un tremendo éxito changuisero.
Armandito se mantiene en Los Van Van hasta 1978, luego se integra al grupo Los Quásares donde hace sus experimentos. Pero, en esa etapa lo capta Chucho Valdés para Los Irakere. Con los que participa en el tema “Bacalao con pan”. Graba también “15 minutos” y “Con la punta del pie”.
Chucho Valdés por aquel entonces me especifica que Armandito no tenía esa gran extensión en su voz; pero era muy afinado, tremendamente ritmático, bastante creativo en las inspiraciones y tenía gracia para cantar el son y la rumba.
El cantante Lázaro Morúa, que estuvo muy cerca de las presentaciones de Armandito, me dice que lo conoció en casa de su tía en Centro Habana. “Su padre era talabartero, pero su hermana era una cantante reconocida. Nosotros nos cruzamos, se decía que Los Van Van y Los Irakere hicieron un enroque con nosotros. Por casualidad, yo pasé de Irakere a Los Van Van y Armandito fue a la inversa. Yo entro en Los Van Van en 1978 y Armandito pasa a Los Irakere”.
Como cantante Armandito tuvo mucha suerte, estuvo en las dos mejores agrupaciones del momento. Tenía mucha chispa natural, era jacarandoso, muy callejero con esa guapería de barrio que lograba dar rienda suelta a su cubaneo. Lanzaba dicharachos con mucha pegada y sabor, que después imitaron muchos en la llamada salsa cubana, por ejemplo, en la Charanga Habanera, en Yumurí, entre otras agrupaciones.
Armandito debe retirarse en 1990, cuando comenzaba en La Habana lo que después se llamó, a través de NG La Banda, “el boom de la timba”. Hubiera sido una buena oportunidad para Armandito, pero nunca pudo dominar el lamentable alcohol que lo arruinó. En su última etapa Formell lo invitó a uno de los grandes homenajes de Los Van Van; pero por aquellos días terminó el popular cantante trabajando en un mercado del barrio Jesús María, donde fui a verlo en varias ocasiones. Otras veces me lo encontraba por el Paseo del Prado, momentos que aproveché para hablar de su trayectoria musical. Sin esos inconvenientes que Armandito enfrentó hubiera llegado más lejos aún en la música bailable cubana.