Las maravillas de Arsenio Rodríguez

Arsenio Rodríguez

Dicen que parecía un buda negro con el tres acomodado sobre el pecho y los ojos ausentes detrás de los espejuelos oscuros. Así sucedía hasta que Arsenio Rodríguez empezaba a tocar, porque entonces se transformaba y transfiguraba el sonido viajando por las cadencias del son o a veces por la melancolía del bolero.

Su historia comenzó por casualidad en Güira de Macurijes donde vino al mundo a fines de agosto de 1911. En realidad su madre era de San Nicolás de Bari y el padre de Güines y allí regresaron cuando el muchacho rondaba los cinco años de edad.

Fue en Güines donde el tío Catalino Scull lo introdujo en el mundo de la percusión y donde Víctor Feliciano Cárdenas, un amigo de la familia, le entregó la primera guitarra y el primer tres. El resto lo puso el propio Arsenio Rodríguez con su enorme talento y su proverbial musicalidad.

Arsenio Rodríguez se instaló con su familia en Marianao en la segunda mitad de la década de 1920. Decidido a vivir para la música, en 1936 el Cieguito Maravilloso se integró como tresero al sexteto Boston, que dirigía su primo Jacinto Scull. Dos años después fundó el septeto Bellamar, considerado la génesis del célebre Conjunto de Arsenio Rodríguez. Actuó con el septeto en la academia de baile Sport Antillano. Y en este período grabó un disco con Miguelito Valdés y la jazz band Casino de la Playa.

Rodríguez encauzó su propio derrotero creativo a partir de 1934 con vistas a introducir modificaciones en el son. Según confesó, ya en 1936 logró sus primeros frutos, pero no fue hasta 1940 que estableció su propio conjunto y comenzó a ascender en la gloria.

Conocedor de la sonoridad de los septetos, al músico no le satisfacía y por eso decidió ampliar el formato. Arsenio Rodríguez revolucionó el son, y consagró el perfil de un nuevo tipo de conjunto ampliado con el piano, la tumbadora y el incremento de una a tres trompetas. Con su conjunto, creó un estilo de ejecutar el tres, distinto al de los sextetos y septetos de son. El empaste del piano con este último instrumento también destacaba, además de que sus arpegios y tumbaos todavía hoy resultan de una originalidad y vitalidad sorprendentes. Y no olvidemos la trompeta, que en boca de Félix Chapottín hizo improvisaciones netamente cubanas a partir de escalas de la época del swing.

Los especialistas afirman que el primer gran cambio en el son lo hizo Arsenio Rodríguez con su conjunto y desde entonces comenzó una evolución para el género que todavía hoy no termina.

Además de notable tresero, Arsenio Rodríguez se destacó como compositor cuyo legado rebasa las 200 obras

A su autoría pertenecen el son-afro “Bruca maniguá”, “Yo soy macuá”, “Fufuñando” y “Yo soy kangá” que consiguió rápida acogida del público. También el bolero “La vida es un sueño”, compuesto cuando supo que le resultaría imposible recuperar la visión. Además llevan su firma otros títulos emblemáticos como “El guayo de Catalina”, “El reloj de Pastora” y “Fuego en el veintitrés”, por solo mencionar algunos.

Junto a boleros y sones, en su catálogo autoral aparecen además guarachas, pregones, rumba, chachachá y mambo, sin olvidarnos de combinaciones como el bolero-son y el bolero-mambo. Desde sus composiciones Arsenio Rodríguez también dio un salto hacia adelante en la cristalización del son montuno, mediante la asimilación del legado de los cantos rituales y profanos de origen congo.

Notable compositor y tresero, Arsenio Rodríguez está considerado un mito de la música cubana y dueño de un amplio legado. El estilo que impuso constituyó una de las tres variantes de los conjuntos de su tiempo, junto a las representadas por el Casino y la Sonora Matancera, respectivamente. Pero sus aportes a este formato incluyeron además un nuevo repertorio, mayor variedad de ritmos y de conceptos armónicos que enriquecieron no solo el son, sino el bolero, la guaracha y otras combinaciones.

Pensemos por ejemplo en el bolero-chá y el bolero-mambo, pues Arsenio Rodríguez se cuenta además entre los precursores del mambo.

Fue conocido y reconocido en Estados Unidos desde finales de los años 40 del siglo pasado, y en la década siguiente se estableció allí, donde influyó notablemente en el desarrollo de la música latina. En ciudades como Nueva York y Los Ángeles, el Cieguito Maravilloso demostró su virtuosismo como tresero e innovador de la música cubana. Incluso su estilo para con este instrumento resultó con el tiempo demasiado influyente y definitorio en el sonido global de la salsa, de ahí que se le considere entre los padres del género. Por eso su legado es defendido por su conjunto que también perdura.

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