Cantar a las madres es devolverles la ternura con que nos acunaron, por lo que a ellas expresamos en canciones nuestro sentir, de ahí que músicos y poetas desbordan en hermosas piezas el afecto por las autoras de sus días.
En esta Isla cada segundo domingo de mayo se honra a aquellas que nos dieron el ser y se escuchan infinidad de esos temas. Sin embargo, uno dio la vuelta al mundo dedicado a la pasión maternal con la firma del cubano Osvaldo Farrés, prolífico artífice de gran lirismo.
“Madrecita” se nombra la composición concebida en 1954 por el famoso villaclareño para agasajar a su progenitora.
Con una trayectoria muy relevante desde mediados del siglo XX, el hijo predilecto de Quemado de Güines, nacido en 1902, relataba cómo brotó la conocida melodía cuando su mamá le solicitó ser musa de uno de sus títulos.
Farrés cumplió el deseo de la anciana de 80 años de edad, quien tristemente nunca pudo oír la pieza, al quedar sorda por un padecimiento.
Así el tema inspirado en la mujer que más amaba no logró su total propósito, pero llegó a diversas latitudes por la sensibilidad trasmitida, incluso en la dedicatoria hecha por el virtuoso a su viejita y que apareció en el disco junto a la célebre canción.
“Madrecita” es muy popular en Hispanoamérica desde su grabación pionera por los cubanos Fernando Albuerne y el trío de las Hermanas Lago, para luego aparecer en disímiles voces, como la del también criollo Antonio Machín, el mexicano José José y la española Rocío Jurado.
Osvaldo Farrés, fallecido a los 83 años de edad, está considerado icono del arte sonoro en la Mayor de las Antillas, por más de quinientas creaciones de exquisita factura.
Su coherencia a la hora de componer es inquietante, sobre todo cuando él mismo reconoció su incapacidad para leer música o tocar instrumento alguno, mientras la letra y el sonido, surgidos al unísono, los memorizaba hasta que alguien los llevaba al papel pautado.
La genialidad de Farrés es halagada en varios países, en tanto la melodía “Madrecita” trasciende su propia historia y permanece cual himno del sublime amor maternal.