El 4 de diciembre de 1969 se encendieron las primeras luces para la orquesta Los Van Van, aquel instante marcó el inicio de una revolución sonora: una fusión fresca y valiente que convocaba a la danza, al goce y al alma misma de Cuba. Desde su debut, Los Van Van irrumpió con un pulso renovador, dispuesto a sacudir tradiciones, a convocar a nuevas generaciones y a poner a vibrar los salones y plazas.
El arquitecto del cambio: Juan Formell
La historia de Los Van Van está irremediablemente ligada a la de su fundador: Juan Formell, nacido el 2 de agosto de 1942 en La Habana. Con una trayectoria que lo llevó desde orquestas de radio y cabaré hasta la querida Orquesta Revé, Formell perfeccionó una sensibilidad crítica hacia lo establecido.
Decidió salirse de lo convencional: abandonó la charanga tradicional, con su flauta y sus violines, para integrar bajo eléctrico, guitarras eléctricas, órganos, sintetizadores, baterías y una sección vocal marcada por armonías nuevas.
Cuando aquel 4 de diciembre de 1969 —Juan tenía 27 años— presentó su propia agrupación, lo hizo con una misión clara: rediseñar los cimientos de la música bailable cubana, conservando su raíz, pero abriendo sus puertas al mundo contemporáneo.
Nacimiento de un estilo: del son al songo
Gracias a Formell y junto a colegas visionarios como José Luis Quintana, Changuito, Los Van Van no solo incorporó instrumentos modernos, sino que creó un ritmo propio: el songo, una mezcla audaz de son montuno, changüí, jazz, funk, rock y sabor caribeño. Esa renovación sonora y rítmica resultó explosiva: las pistas de baile se llenaron, generaciones enteras se enamoraron, y el son cubano adoptó una nueva piel, vibrante, urbana, y siempre actual.
Herencia imborrable y celebración de una identidad
Los Van Van no es solo una orquesta: es el tren musical de Cuba, la banda que acompaña fiestas, amores, nostalgias y alegrías. Su repertorio se convirtió en banda sonora de vidas, su ritmo en latido colectivo. A lo largo de décadas, con cambios de integrantes, con retos, con giras, con discos, hasta la muerte de Juan Formell en 2014, la orquesta supo reinventarse sin perder su sello.
Hoy, cuando celebramos la fundación de Los Van Van un 4 de diciembre, recordamos la audacia de un hombre joven que creyó en lo nuevo sin abandonar lo auténtico, un visionario que, con su bajo eléctrico, su oído agudo y su amor por Cuba, dio vida a una orquesta inmortal. Ese tren sigue rodando, sigue sonando y sigue moviendo los cuerpos… y el corazón de una nación.
Foto: Tomada de Trabajadores
