Desde los barrios habaneros que respiran ritmo, hasta los escenarios más emblemáticos de la Isla, la voz de Karell ha ido creciendo como un eco fiel de la música cubana. Con una carrera forjada entre vivencias familiares, aprendizajes empíricos y escenarios compartidos con grandes leyendas, este artista emerge hoy con una madurez sonora que lo lleva a emprender su camino en solitario, sin renunciar a sus raíces ni a los proyectos que lo han nutrido. Radio Cadena Habana conversa con él para conocer más sobre su historia, sus pasiones y lo que viene.
Karell, ¿cómo recuerdas tus primeros acercamientos a la música?
La música me encontró en casa. Nací en el barrio de Los Sitios y crecí en San Leopoldo, zonas con mucha vida musical. Mi madre cantaba en los coros escolares, mi tío Ricardito fue un bolerista reconocido, y por parte de la familia Bartutis en el Oriente, tuve tíos-abuelos que eran profesores de música. Yo no lo sabía entonces, pero esa era ya mi escuela.
¿Y cómo aprendiste sin formación académica formal?
Soy un músico empírico. Nunca estudié en un conservatorio, pero sí tuve grandes maestros de vida. A la vuelta de mi casa vivían las hermanas Nuviola, y allí se daban clases de piano, canto, guitarra… yo pasaba horas mirando, escuchando. Absorbía. Luego vinieron figuras como Roberto Correa, Betico, director de Los Bocucos, quien fue como un padre musical para mí. Compartí con Ibrahim Ferrer, imagínate. Grabamos incluso un dúo que, lamentablemente, nunca se lanzó.
¿Qué significó para ti trabajar con Ibrahim Ferrer?
Un regalo. En las reuniones en casa de Betico se armaban descargas increíbles. Cantábamos canciones de Corona, Matamoros, trova santiaguera… temas que ya nadie recordaba. Ferrer era un sabio del sentimiento, un ejemplo de humildad y sabrosura. Me marcó profundamente.
Hablemos de tu paso por agrupaciones importantes como Los Bocucos o Locura Azul.
Mi primer contrato profesional fue con Los Bocucos en el 97. Ahí compartí con gigantes como Carlos Querol y el propio Ferrer. Años después fundé Nuevo Son, y más tarde, Locura Azul, un homenaje a Los Zafiros por su 60 aniversario. Tuve el privilegio de recibir consejos de Miguel Cancio, fundador de Los Zafiros, y de Óscar Aguirre, su primer guitarrista. Fue un proyecto de amor.
¿Qué lugar ocupa para ti el Concurso Adolfo Guzmán y ese segundo premio que ganaste?
¡Importantísimo! El Guzmán es el concurso más grande de la canción en Cuba. Defender “Como Palomas”, un tema inédito y muy sentido, fue un reto grande. Tuve que estudiar mucho para encontrar la intención correcta. Ese segundo premio me impulsó con fuerza hacia lo que hoy es mi principal proyecto: mi carrera en solitario.
Justamente, ¿en qué consiste ese nuevo camino que estás trazando como solista?
Estoy preparando una campaña de promoción para lanzar mi carrera en solitario con seriedad. Quiero hacer cosas más íntimas, enfocarme en espacios habaneros que valoran al solista. No abandono mis otros proyectos, claro. Lo que no me da uno, me lo da el otro. Pero este es mi momento de abrir un nuevo capítulo.
¿Cómo es la experiencia de presentarte en el Tropicana?
Es un privilegio. Ser una de las voces principales del show y cantar de miércoles a domingo en un lugar tan emblemático es un orgullo. Tropicana es historia viva, y el público que va allí merece lo mejor. Me encanta esa energía nocturna.
¿Te sientes más bolerista o sonero?
Yo soy un sonero de corazón. Canto boleros y baladas, pero donde me siento más libre es en el son, en la salsa, en lo movido. Esa música te permite conectar con la gente desde la alegría. Pero igual, me gusta variar. Lo mío es interpretar con alma.
Además del Tropicana, ¿dónde más te podemos escuchar?
A veces me presento en bares como el Gato Tuerto o en nuevos espacios que están surgiendo en La Habana. Son presentaciones más esporádicas, pero me encantan porque permiten otro tipo de conexión con el público. También toco guitarra, algo de contrabajo y percusión menor. Siempre estoy experimentando.
¿Cómo describes tu relación con el público cubano?
Maravillosa. El cubano sabe de música, tiene oído, reconoce lo bueno. Aunque lleguen modas o géneros nuevos, nuestro público sigue valorando la calidad. Por eso es un honor cantar para ellos. Exigen, pero también te devuelven mucho.
Finalmente, ¿qué sueñas para tu carrera en este nuevo ciclo?
Seguir creciendo sin perder la esencia. Poder grabar más, compartir mi música con nuevos públicos, y mantener viva esa herencia musical que me parió. Porque como digo siempre: “Mi voz no es mía, es un eco del barrio, de mi familia, de Cuba entera”.
Radio Cadena Habana agradece a Karell por esta conversación llena de historia, sentimiento y compromiso con la música cubana. ¡Mucho éxito en este nuevo viaje!