Considerado como uno de los más grandes percusionistas cubanos de todos los tiempos, Tata Güines, nacido en la ciudad de Güines al sur de la capital el 30 de junio de 1930, triunfó en todos los escenarios en los que se presentó, con un legado imperecedero en Cuba, Nueva York, y países del continente europeo.
Autodidacta en su totalidad, sentó pautas en el pentagrama cubano como un eterno innovador de la música popular e hizo escuela de la fusión de estilos.
Como la mayoria de los negros pobres de su epoca Tata Güines aprendió los elementos basicos de la música con su familia y tuvo que renunciar a cualquier formación académica, al demandar recursos materiales a los cuales no tenia acceso por su posición económica. Sus maestros fueron las esquinas, la calle, los toques de santería donde el tambor era un ente protagónico, así como el contacto con rumberos de la comunidad nacidos entre el golpe de los cueros interpretados por curtidas manos.
Las carencias materiales no lo desvincularon de la música; desempeñaba cualquier labor que le permitiera llevar a la mesa algo, pero al mismo tiempo se ganaba la vida como contrabajista en el conjunto Ases del Ritmo, antes de pasar a la Orquesta de Partagás, dirigida por su tío Dionisio Martínez, como percusionista.
Resuelto a entrar al mundo de la música por la puerta ancha se trasladó a La Habana, la meca musical del Caribe, donde tocaría también en la orquesta Estrellas Nacientes (creada por él mismo), la Swing Casino de su pueblo y el conjunto de Arsenio Rodríguez.
En la capital sus manos de oro encontraron el contexto propicio para descubrir el camino hacia el éxito, pautado por las orquestas Nueva América, Habana Sport, Unión, La Sensación, Fajardo y sus Estrellas, Los jóvenes del Cayo, Camacho y Gloria Matancera.
Viajó a Estados Unidos con Fajardo y sus Estrellas, orquesta poseedora de cierta fama en la isla caribeña en esa época. En el país norteño compartió escenarios con Benny Moré, a quien acompañó con la tumbadora, en una dupla recordada como memorable toda vez que representó la unión de dos virtuosos del pentagrama nacional.
El constante vínculo con las tumbadoras hicieron que Tata Güines las dominara como nadie. Acompañado por estos instrumentos cantaba, improvisaba y desarrollaba su repertorio. Fue pionero en montar cinco tumbadoras en el escenario para asombro de los espectadores.
Creó un estilo particular que se adecuó a diferentes contextos. Lo mismo tocaba en una orquesta típica, que en una jazz band… fuera rumba, o bembé, con igual destreza, porque esa fue una cualidad que Tata Güines perfeccionó con los años y la experiencia, pero que sin dudas la trajo en sus genes.
Foto: Tomada de Directorio Música Cubana