¡Que vuelen las sonrisas!: verano de alegría en Guanabacoa

Municipio de Guanabacoa

El sol de julio se asomó temprano sobre Guanabacoa, cual anuncio de que la infancia estallaría en colores. En el corazón del Parque Central “José Martí”, las risas brotaron dibujando manantiales y la música, ese idioma sin fronteras, tejió la mañana con acordes de esperanza.  

“¡Que vuelen las sonrisas!”, clamó el viento entre faroles y palmas, en una fiesta donde el alma cubana se vistió de folclor, memoria y juego. El grupo Bailando con sabor, bajo el aliento de Elisa Martínez, abrió el escenario con “Mamá Inés en dos tiempos”, reverencia danzada a Rita Montaner, esa voz que aún recorre los adoquines antiguos como eco eterno. 125 años después de nacer, su luz se posa sobre cada niño que canta, baila o sueña con la escena. 

Lo ancestral se hizo presente en la mañana para saludar al verano, con los coros infantiles como fragancia nueva en jardín antiguo: Melodías de Tradiciones entonó “Fiesta en el monte”, el dúo “Siente mi música” tejió travesuras sonoras con “El Chaparrón” y “El Gato Garabato”, en tanto Daniel Chávez Valdivia interpretó “El chofercito”, mientras las palmas no sabían si aplaudir o abrazar. 

El entusiasmo se desbordó con el colectivo Sueños Conquistados, del proyecto Granjita Feliz, “Creando Ritmo”, igual a la lluvia que despierta la tierra, ofreció “Yo y el Espantapájaros”, fábula bailada, llena de campo, ternura y transformación. 

La voz de Rita flotaba en la brisa: “El arte se hace con alegría”, y así lo reafirman los coros Amanecer y Cantares de Guanabacoa, entre versos de Martí y “La Guantanamera”. 

Compases de identidad, el merengue del mar, juegos de participación y dibujos del alma infantil conformaron la acción “Pintando mi Cuba linda”, llenando de color y ternura cada rincón. 

El final llegó como lo hacen las cosas bellas: sin querer despedirse. El coro Pequeños Gigantes, el dúo Eclipse, los alumnos de Randy Orta, la vibración del tema “Haciendo Fe” y los últimos giros de “Baila mi cuerpo”, dejaron en el aire la certeza de que, en Guanabacoa, la cultura no es un acto, es una forma de respirar. 

Y cuando la voz de Denifer Hernández despidió la jornada, el aplauso fue más que un gesto: se tornó en abrazo colectivo a la infancia, al arte y a toda Cuba que canta y sonríe. 

Foto: Tomada del Portal del Ciudadano

Autor