El 17 de julio de 2022 nos sorprendía la triste noticia de su muerte, luego de una larga batalla por su salud: César de las Mercedes Pedroso Fernández había pasado a la inmortalidad.
Sus orígenes musicales hay que ubicarlos primeramente con su padre, César Nené Pedroso, y luego en los contactos con rumberos y soneros a los que veía de niño, mientras acompañaba a su papá a ensayos o presentaciones. Ya de jovencito, diferentes conjuntos, orquestas y disímiles agrupaciones llamaron la atención de quien, con los años, sería uno de los renovadores del lenguaje popular bailable cubano.
Esas serían sus grandes escuelas, en las que acumularía un extraordinario bagaje al poder conocer, de primera mano, las llamadas mañas de pianistas y músicos de otras generaciones como Lilí Martínez, Abelardo Barroso, Félix Reina, Antonio Arcaño, entre otros. Pero su llegada a la Orquesta Revé fue un punto crucial en el que fueron muy valiosos sus aportes y su madurez interpretativa, al llamar la atención no solo de Elio Revé padre, sino del jovencito bajista integrante de la agrupación llamado Juan Formell.
El elemento generacional definitivamente influyó en que el joven Pupy, de apenas 22 años, encontrara afinidad conceptual y musical con Formell, que contaba con 26. Así, la música popular cubana se estremecería en 1969, cuando se crean Los Van Van, orquesta de la cual Pupy sería un elemento indispensable, al conformar una tríada sólida junto a Formell y a José Luis Quintana, Changuito.
Cuando nos referimos a su legado, habría que entender que Pupy siempre fue un músico en constante evolución creativa, al punto de crear una obra que distaba de ser simplista, y en la cual el enriquecimiento armónico de cada tema era en sí mismo un ejercicio académico de clase con un estricto rigor.
A su vez, todos los éxitos que compuso durante su etapa, primeramente en Los Van Van y luego con su orquesta, nos dan la medida de un músico con una capacidad impresionante de absorción de temáticas populares, las que lograba traducir como pocos en el universo del bailador, sin siquiera esbozar una palabra o concepto de vulgaridad.
Al fundar su agrupación en 2001, el gran reto estilístico al que se enfrentaba sería el de no parecerse a lo cosechado hasta ese momento, y el de dotar al público de un discurso novedoso, aun cuando se trataba de un mismo compositor. Y si tenemos en cuenta esa última etapa de su vida autoral, notaremos una renovación, una meta por reinventarse pero, sobre todo, por lograrlo al punto medular de consolidar el nacimiento de una tímbrica única, fresca y muy sugerente que nada tenía que ver con otras orquestas.
Pupy, Premio Nacional de Música 2013, y al que también recordamos en su cumpleaños cada 24 de septiembre, fue un renovador que no hizo concesiones, un artista genuino que detestaba el facilismo, cuyo tesón y mirada puesta en el futuro hicieron que lo admiráramos cada día más. Nuestra música popular mucho le debe.
Fuente: Granma