La alegría criolla y el son mezclados con la risa vieron nacer una voz que no solo cantó, sino que hizo bailar al corazón de un pueblo. Benito Antonio Fernández Ortiz, mejor conocido como Ñico Saquito, fue el maestro de la guaracha criolla, el trovador que con guitarra en mano tejió historias llenas de picardía y gracia.
Desde Santiago de Cuba, su tierra de sol y mar, llegó para dejar huella imborrable en la música popular, con piezas que se convirtieron en himnos del jolgorio y la vida cotidiana: “Al vaivén de mi carreta“, “Cuidadito compay gallo“ y “María Cristina me quiere gobernar“, entre muchas otras.
Aunque su cuerpo descansó desde aquel 4 de agosto de 1982, cuando nos dejó físicamente, su espíritu festivo y su guaracha insuperable siguen vivos, resonando en cada rincón donde la música cubana se celebra.
Más de cuatro décadas después Ñico Saquito sigue siendo el ritmo que hace vibrar las plazas, el canto que enciende la fiesta y la risa que acompaña al son de la décima.
Él no solo compuso canciones, sino que supo capturar el alma de su gente con humor, ingenio y un ritmo que nunca muere. La guaracha de Ñico Saquito es un legado eterno, un baile de vida que no cesa.
Foto: Tomada de Invasor