Durante su intervención en el Coloquio Teórico “Leonardo Acosta in memoriam”, celebrado en la Nave 3 de la Fábrica de Arte Cubano, el flautista Orlando Valle, Maraca, ofreció una panorámica sobre la evolución de la flauta en el jazz latino, un instrumento que ha encontrado su voz en este género tan vibrante y diverso.
Junto a Maraca, la flautista boricua, Ana María Hernández, aportó su perspectiva única, enriqueciendo el diálogo con reflexiones sobre la historia de ese instrumento de viento madera en su tierra natal. Ambos instrumentistas destacaron las conexiones culturales que unen a Cuba y Puerto Rico y cómo el jazz ha servido como un vehículo para fusionar diversas tradiciones musicales.
Maraca, reconocido por su virtuosismo y su trayectoria desde sus inicios en la icónica banda Irakere, hasta su labor actual como flautista, arreglista, compositor y director de la Camerata Cortés, compartió historias personales que resonaron con los asistentes. Al hablar de figuras icónicas como Dave Valentín, Maraca enfatizó la importancia del legado musical que une a las dos naciones que, al decir de la poeta portorriqueña, Lola Rodríguez de Tió, son “de un pájaro, las dos alas”.
A través de sus historias compartidas y sus experiencias musicales, Maraca y Ana María ofrecieron una visión profunda sobre cómo sus trayectorias han estado interconectadas a lo largo del tiempo.
El flautista habló sobre la importancia de la flauta como un instrumento ancestral que ha encontrado su lugar no solo en el jazz, sino también en géneros como la salsa. Subrayó que en este viaje musical a través del tiempo cada instrumentista ha aportado su propio estilo y expresión, enriqueciendo así el panorama musical.
En el encuentro se abordaron temas como las innovaciones que han surgido en el jazz contemporáneo y cómo estas han sido influenciadas por las raíces africanas y taínas que forman parte de las culturas de los pueblos de América Latina.
El cubano reflexionó sobre su trayectoria desde que comenzó sus estudios musicales en la escuela Manuel Saumell hasta su evolución hacia el jazz. Mencionó cómo las influencias africanas han moldeado su estilo, así como la importancia de la improvisación y la incorporación de elementos culturales en su música.
En un acercamiento al Festival Jazz Plaza, Maraca recordó la primera edición del evento, celebrada el 14 de febrero de 1980, en un escenario de madera en el patio de la Casa de la Cultura de Plaza, en la esquina de Calzada y 8, en El Vedado habanero. Asegura que allí vio tocando jazz a Los Van Van, al grupo Opus 13, así como a otros renombrados jazzistas.
Aseguró que, durante sus años de estudio, primero en el Conservatorio Amadeo Roldán y luego en el Instituto Superior de Arte (ISA), no se perdía ninguna actividad del Festival y a fuerza de estar siempre presente en la Casa de Cultura logró tocar en el gran escenario junto a otros músicos consagrados.
Valle relató que una vez intentó incluir en la programación de la Casa a los Muñequitos de Matanzas. Aunque inicialmente le dijeron que la rumba no tenía relación con el jazz, finalmente logró que se presentaran en ese importante escenario. Es que su pasión por el jazz lo llevó a explorar nuevas armonías y ritmos, rompiendo con las limitaciones mentales que había cuando nació el evento.
Momentos para el tributo
Como parte del taller titulado La flauta en el jazz tuvo lugar una sesión de improvisación donde ambos músicos demostraron su habilidad para fusionar ritmos y melodías, creando una experiencia musical dinámica y colaborativa.
Al final del taller, la Camerata Cortés, bajo la dirección de Valle, interpretó “Cha Cortés”, pieza incluida en el álbum Ataca Chicho. Homenaje a José Luis Cortés El Tosco. Esta obra, de la autoría del maestro Cortés, rinde tributo al fundador de NG La Banda, una figura cardinal en la historia de la flauta en Cuba.