Fecha de Publicación: 2021-02-09 09:39:55
Nació Mongo Rives el 9 de febrero del lejano ya año 1929, en la Finca La Tumbita, en la entonces Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud. Tuvo la suerte de ser nieto de Bruna Castillo, a quien se le atribuye la creación del ritmo Sucu-sucu, el aporte fundamental de este territorio insular a la música cubana. Cuentan los historiadores y sus contemporáneos que Bruna, una pinera auténtica apasionada por la música, improvisó el nuevo género al escuchar extasiada el son que se tocaba en el Oriente cubano.
Aquel niño, hijo de Margarita Amador y de Mariano Rives, a quien todos conocían por “El Boris”, se crió en un ambiente familiar permeado por la música y ya a sus 10 años tocaba los instrumentos con que se interpreta el Sucu-sucu. En ese momento debutó oficialmente como músico al integrar el quinteto que amenizaba los jolgorios en la finca donde nació.
Dueño de un talento especial, Mongo Rives formó su propio quinteto en el año 1945, y debutó el 25 de diciembre. A partir de ese instante dedicó por entero su vida a la música. Tenaz e incansable, trabajaba la tierra durante la semana, para luego dedicar los sábados y domingos a recorrer los poblados pineros para amenizar fiestas y reuniones, difundiendo por la geografía de la isla el ritmo Sucu-sucu.
De esa manera, el agricultor y artista aficionado se mantuvo durante 46 años siendo el alma y la alegría de las fiestas de aquella hermosa isla, sin cejar ni un minuto en el empeño de difundir el ritmo nacido allí. Solo en el año 1992 es que este genial músico autodidacta se dedica profesionalmente a su arte y continúa la labor de difundir el ritmo Sucu-sucu, a grabarlo y propiciar su distribución a nivel nacional e internacional.
En el año 2002 la productora BIS Music grabó su primer disco en estudio, dejando para la posteridad el sonido más genuino de este ritmo, con el laúd criollo de Mongo, acordeón, marímbula, machete, bongó, guitarra y tres, además de la percusión menor con maracas y claves.
Este gran artista popular ha convertido su modesto hogar en escuela, donde enseña a los niños pineros los secretos de ese género musical, surgido en su tierra, para cerrar así un hermoso y fértil círculo de creación y enseñanza, a la manera de aquellos que construyen con sus vidas la cultura y dejan un legado eterno.