El danzón, doce años de un patrimonio vivo

El danzón

El danzón, esa música que parece caminar con elegancia sobre el tiempo, continúa siendo uno de los pilares más entrañables de la identidad sonora de Cuba. 

Más que un baile o un género, es un símbolo de distinción cultural, una manera de sentir el ritmo desde la pausa, la cadencia y el encanto melódico. En él conviven tradición, memoria colectiva y una sensibilidad que ha logrado sostenerse y renovarse durante más de un siglo.

En 2013 el danzón fue proclamado oficialmente Patrimonio Cultural de la Nación Cubana, un reconocimiento que hoy arriba a su aniversario 12, poniendo en primer plano la importancia histórica y afectiva de este género del arte sonoro nacido en Matanzas y expandido luego por toda la Isla. 

Este acto institucional marcó un momento de reivindicación cultural: reconoció no solo su origen afrocubano y su carácter fundacional dentro de la música popular, sino también el papel de sus cultores, orquestas y comunidades bailadoras que han velado por su continuidad.

Durante estos doce años, la proclamación ha impulsado nuevos proyectos de investigación, difusión y enseñanza. Agrupaciones como la Orquesta Failde, la Aragón o la Sensación, junto a escuelas de arte y casas de cultura, han sido claves para revitalizar el danzón entre los jóvenes, integrando su esencia a formatos contemporáneos sin perder la raíz que lo define. 

Esta labor ha permitido que el género trascienda la categoría de “música antigua” y se reafirme como un espacio vivo y en transformación.

En las celebraciones nacionales cada aniversario ha servido para recuperar partituras, promover concursos de composición y acercar al público a su universo sonoro. El danzón se interpreta hoy con la misma solemnidad con que se cultiva una tradición querida: con respeto, pero también con la frescura de quienes lo reinventan. 

La danza dialogada, los giros lentos, el fraseo delicado de violines, flauta y metales siguen cautivando a nuevas generaciones que descubren en él una forma distinta de emoción y elegancia.

A doce años de su proclamación patrimonial, el danzón demuestra que no es un vestigio del pasado, sino un tesoro en plena vigencia. Su legado se expande como un puente entre épocas, reafirmando su condición de emblema cultural y afectivo de Cuba.

Imagen: Tomada de Ecured

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