La música cubana continuó cultivando este año diversos éxitos que demuestran la fortaleza adquirida en disímiles aspectos. En tiempos en los que el bloqueo arrecia sus embates y la industria de la música nacional se ha visto afectada por sus efectos, resaltan la creatividad y el empeño en seguir apostando por una autonomía ante tal realidad. Para quienes dudan del carácter devastador de las políticas anticubanas y cómo repercuten en el normal desarrollo de nuestra música, podríamos acotar que el bloqueo ha reducido notablemente las compras de accesorios necesarios para nuestras escuelas especializadas, las cuales son la cantera imprescindible para la música cubana, por solo citar un ejemplo.
Pero más allá de tantos escollos, en el país se han continuado haciendo festivales, conciertos, concursos y discos. Un ejemplo de ello fue, en enero, el Festival Jazz Plaza, una edición que pudo concertar en la capital cubana a invitados extranjeros de primerísimo nivel, como Ted Nash, Christopher McGuire, además de nombres como Nachito Herrera, pianista cubano radicado en Minnesota, o Ernán López-Nussa, entre otros.
En febrero, la capital disfrutó del Festival de la Salsa. Clases magistrales, bailables y una notable presencia de empresarios y fans de varios países se dieron cita para rendir tributo a un género que, aunque con otro nombre gestado en la década de los 60, es en esencia música popular bailable cubana.
En mayo llegó Cubadisco, dedicado a Colombia y a nuestra música campesina, con gran convocatoria y solidez musical. También el evento continuó siendo un peldaño imprescindible para la discografía nacional, así como para los proyectos fonográficos de nuestros coterráneos que radican en otros lugares. Memorable aún la gala clausura, en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, junto a figuras como Eduardo Sosa, María Victoria Rodríguez, Pancho Amat y la Schola Cantorum Coralina. Se escucharon temas conocidos del repertorio de marras, pero en versiones sinfónico-corales de la autoría de la maestra Beatriz Corona.
En la capital se desarrollaría, un mes después, el Festival Internacional de Coros Corhabana 2024, iniciativa original de la maestra Digna Guerra, que llegó a su xv entrega, y para esta nueva edición contaría con agrupaciones corales de varias regiones del país.
Lamentablemente, este año dijimos adiós a figuras como Angelito Quintero, Marta Valdés, María Elena Pena, Manuel el Guajiro Mirabal, Laura Vilar o Ramón Calzadilla, reconocidos en cada uno de sus empeños musicales, y que dejaron huella profunda en la cultura nacional.
También en este 2024 celebramos aniversarios cerrados: el 80 cumpleaños de Frank Fernández, los 65 de la Sinfónica Nacional, los 55 de Los Van Van y los 85 de la Orquesta Aragón. También fue reconocido el flautista y pedagogo José Loyola como Premio Nacional de la Enseñanza Artística, la Asociación Hermanos Saíz agasajó con su Premio Maestro de Juventudes a Beatriz Márquez y a José María Vitier, y la cantante Miriam Ramos recibió el Premio Nacional de Música. Sin duda, este ha sido un año difícil, pero muy activo para la música cubana en todas sus expresiones, que se funden en todos los géneros y ponen a prueba nuestra capacidad creativa.
Fuente: Granma