Quizás el destacado flautista, compositor, director de orquesta y pedagogo, José Manuel Aniceto Díaz, creador del Danzonete nunca imaginó con categoría, que el nuevo estilo puesto bajo la égida interpretativa de la cienfueguera Paulina Álvarez, alcanzaría tal popularidad a pesar de considerarse efímero.
Lo cierto es que en 1929 aquella combinación de elementos del son, salido de las calientes lomas orientales y del danzón, creado por Miguel Failde “rompió la rutina” en la voz de Paulina en una verdadera efervescencia, seguida por varios y valiosos intérpretes.
Por aquella época rumbas, boleros y guarachasya tenían como principal protagonista la voz y condición afrocubanas dela cienfueguera, en una carrera profesional marcada, en gran medida por la Orquesta Elegante, del maestro Edelmiro Pérez, con temas como “Lagrimas negras” del santiaguero Miguel Matamoros.
Sin embargo, fue el danzonete el que la catapultó a la cima de la popularidad, de manera tal que desde entonces el género y el mismo tema sirvieron de identificación para la joven intérprete.
Distinguida, refinada, con voz potente capaz de entonar los más diversos géneros musicales, Paulina Álvarez asignaba a cada interpretación algo tan único, que el público, no encontró explicación al fenómeno y optó por otorgarle el seudónimo de Emperatriz del Danzonete.
A lo anterior se agrega el mérito de imponerse en un mundo artístico sonoro en el cual prevalecían los cantantes masculinos en las grandes orquestas cubanas; pero a pesar de esto, cantó con la orquesta danzonera de Cheo Belén Puig.
Poco tiempo después, con las limitaciones sociales a cuestas, pero sin lacerar sus objetivos profesionales la hija de la Perla del Sur consolidó nuevos empeños, al fundar su propia orquesta, compuesta por músicos que le seguían y respetaban por varias razones, entre ellas, su carisma y sus conocimientos musicales, derivados de estudios en la Academia Municipal de La Habana, hoy Amadeo Roldán.
Destacaron en la nómina el flautista Manolo Morales, el pianista Everardo Ordaz; el bajista Rodolfo O’Farrill, y Gustavo Tamayo en el güiro, entre otros.
Paulina Álvarez, fue protagonista de un universo discográfico de elevadas proporciones. Grabó discos con las principales firmas del mundo. Abarrotaba los escenarios nacionales más significativos y su voz era recurrente en las emisoras del país, todo sin perder la humildad y sencillez procedentes de la educación familiar
Muchos musicólogos hablan de su excelente afinación, su timbre bien logrado, su amplia extensión, y “excelente cuadratura, elementos importantes para el dominio de la expresión y el fraseo”. Era capaz de cantar al aire libre y sin micrófono.
Paulina Álvarez o mejor la Emperatriz del Danzonete, como la bautizó el pueblo, murió en La Habanael 22 de julio de 1965, pero a pesar de los 59 años transcurridos desde aquel fatídico día, s es considerada como una de las más versátiles voces de la Mayor de las Antillas.