Diosdado Ramos Cruz, el latido eterno de la rumba

Diosdado Ramos Cruz

Su nombre resuena con el eco de los tambores y el polvo de los solares matanceros. Cuando se pronuncia Diosdado Ramos Cruz, la rumba cobra cuerpo, vibra, se mueve. Es ritmo, memoria y espíritu. Su presencia en el escenario encarna la raíz misma de una tradición que, más que música, es identidad compartida, herencia viva que atraviesa generaciones.

Nacido el 8 de noviembre de 1946 en Matanzas, creció en el legendario barrio de La Marina, cuna de los grandes rumberos. Desde muy joven destacó como cantante, bailarín y percusionista, hasta devenir figura esencial del emblemático conjunto Los Muñequitos de Matanzas, agrupación que dirige desde hace décadas con sabiduría y pasión.

Su carrera ha sido un viaje profundo por los tres estilos fundamentales de la rumba cubana: yambú, guaguancó y columbia. Bajo su guía, la agrupación ha llevado ese arte ancestral a escenarios de Estados Unidos, Canadá y Europa, donde su autenticidad ha sido ovacionada como símbolo de la riqueza cultural afrodescendiente.

Ramos Cruz ha sabido mantener la pureza del género sin renunciar a la innovación. Ha impulsado proyectos comunitarios y pedagógicos como la Academia de la Rumba, donde jóvenes músicos y bailarines aprenden no solo técnicas, sino el respeto por la historia y el espíritu colectivo de esta expresión cultural.

Reconocido por su carisma y su entrega, Diosdado Ramos Cruz representa la voz del tambor que no calla. Su legado trasciende el arte: es un acto de resistencia, de afirmación identitaria, de amor a Cuba. Mientras suenen las congas y el coro repita su nombre, la rumba seguirá viva, danzando en los patios de Matanzas y en los corazones del mundo.

Foto: Tomada de Juventud Rebelde

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