El virtuosismo de “El Tosco” en el latido de la timba cubana

El Tosco

Entre los ecos de rumba, bembé y guitarras improvisadas, nació un niño llamado José Luis Cortés González, conocido por todos como El Tosco, al cual su niñez le ofreció una escuela natural, arraigada en lo popular, para nutrir su sensibilidad musical. Esa herencia lo acompañaría, incluso a fundar una orquesta fundamental en la música cubana.

José Luis Cortés González vio la luz el 5 de octubre de 1951 en el barrio El Condado, Santa Clara, en la central provincia de Villa Clara. Desde pequeño mostró inclinaciones hacia lo musical, mientras su madre cantaba empíricamente, su padre hacía percusión en un circo, el chiquillo absorbía esas vibraciones, hasta que entró en la Escuela Nacional de Arte (ENA). 

Quiso estudiar violín, pero la prueba no le favoreció; sin embargo, aprobó musicalidad y fue dirigido hacia la flauta “el instrumento de los dioses”, como él lo describió. 

Su carrera despegó al integrarse a orquestas ya legendarias: Los Van Van e Irakere, donde experimentó, creó alianzas y comprobó lo que podía lograr un músico con visión: unir tradición popular con sofisticación musical. En 1988 fundó NG La Banda (Nueva Generación), agrupación que lo consagró como precursor de la timba, género que reformuló los ritmos bailables criollos con arreglos que requerían virtuosismo técnico e interpretación popular. 

El Tosco, asimismo, compuso temas memorables, entre otros, “Santa palabra”, “La expresiva”, “La apretadora”, “La bruja”, aunque fue a veces criticado por sus letras, por vulgaridad, él defendía un lenguaje que reflejaba lo cotidiano de mucha gente común. 

El sobrenombre de El Tosco lo adquirió de niño, por unas botas rústicas que le quedaban grandes y quedó para siempre como marca de identidad. El apelativo cargaba sus contradicciones: el hombre que tocaba con delicadeza, con virtuosismo, con intelecto y era directo, incluso duro al hablar, constructor de puentes musicales entre lo culto y lo popular. 

Fue reconocido con el Premio Nacional de Música en 2017 y otros honores, como el Mérito Artístico de la Universidad de las Artes. Su orquesta NG La Banda devino modelo de innovación sonora, en los llamados “metales del terror”, e impuso un nuevo nivel de intensidad y energía en la pista de baile. 

Falleció a los 70 años, en La Habana, no obstante, José Luis Cortés quedó para siempre en cada nota vibrante de timba que suena en una plaza, en cada coro que salta, la flauta que imita su manera de abrir aire y melodía. Su obra resuena cual puente entre lo que fuimos y lo que somos, lo popular y lo artístico, lo que se vive y lo que se sueña.

Foto: Tomada de ACN

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