En la historia de la música cubana, pocos nombres evocan tanto cariño y respeto como el de Giraldo Piloto. Su sensibilidad para atrapar emociones y transformarlas en melodía lo convirtió, junto a Alberto Vera, en parte de un dúo inolvidable que marcó la canción popular de los años cincuenta y sesenta.
Nacido en La Habana el 29 de julio de 1929, descubrió desde muy joven que la composición era su manera de dialogar con la realidad. En 1949 inició su colaboración con Alberto Vera y juntos forjaron un repertorio que rápidamente se ganó el corazón del público. Canciones como “Solo contigo basta”, “Añorado encuentro” o “Ese atardecer” se convirtieron en clásicos del bolero y el son, interpretados por voces de lujo como las de Omara Portuondo, Elena Burke, Orlando Vallejo y Roberto Faz, entre muchos otros.
Su creatividad no se limitó a lo romántico. Con Vera también exploró la comedia musical, regalando piezas como “Las vacas gordas” y “Las yaguas”, que unían ingenio, humor y crítica social, conquistando escenarios habaneros y demostrando que su talento podía fluir con igual intensidad en lo sentimental y en lo popular.
Sus canciones, además, fueron retomadas por agrupaciones emblemáticas como la Orquesta de Elio Revé, Los Van Van y la orquesta de Pachito Alonso, lo cual aseguró que su legado trascendiera generaciones y estilos.
El 6 de septiembre de 1967, la vida de Giraldo Piloto se apagó trágicamente en un accidente aéreo, cuando regresaba de la Expo 67 en Canadá. Su muerte, a los 38 años, dejó un vacío enorme en el arte sonoro de la mayor de las Antillas, interrumpiendo una carrera muy prometedora. Sin embargo, la fuerza de sus temas se mantuvo viva, viajando de intérprete en intérprete y de escenario en escenario, hasta convertirse en parte indispensable de la memoria cultural de la nación.
Hoy Giraldo Piloto sigue acompañando la vida cotidiana de Cuba. Sus melodías guardan la ternura de una época y la frescura de un creador que supo escribir desde el corazón. Por eso, aunque el tiempo haya pasado, su música continúa brillando como un son inmortal.
Foto: Tomada de Ecured