Llevar arte donde escasea no es solo un acto cultural, es también gesto de amor, compromiso y pertenencia. La octava edición del festival Aires de Mar, celebrada recientemente en Bahía Honda, en la occidental provincia de Artemisa, fue ejemplo vivo de esa voluntad transformadora.
A pesar de dificultades logísticas y de transporte, el evento logró llegar a comunidades apartadas como Cacarajícara, Las Pozas, San Cayetano, El Morrillo y Playa La Altura, para convertir cada encuentro en celebración de identidad.
Con presentaciones que integraron lo tradicional y lo contemporáneo, el festival tejió puentes entre generaciones y saberes. Se disfrutaron espectáculos infantiles, por ejemplo, los de la comparsa Luceritos de Bahía, los grupos Estrellas y Luceros en sus distintas formaciones, el dúo de poesía y música Fábula y los títeres de El Juglar del Cisne.
Las noches ofrecieron conciertos variados en la Plaza 26 de Julio, con la fuerza escénica de Tiempos D’ Sí, Hay Q Star Claro, Ron con Cola y la energía urbana de los B-Boys Break Dance.
La clausura en Playa La Altura reunió a grandes figuras como Tony Ávila, el grupo portador Magino Arará, el Grupo Polo Montañez, y un cierre vibrante con Xavi DJ junto a Javi Roos.
Más que un evento, Aires de Mar fue una experiencia de comunidad, porque cuando el arte llega a los lugares más humildes, se comparte desde el afecto y se honra la historia local, la cultura deja de ser espectáculo y deviene raíz.
Una vez más, el festival demostró que, con voluntad y sensibilidad, el arte puede cruzar cualquier distancia y sembrar futuro.