Marcia Quesada Artiles, la Banda Nacional de Conciertos o convertir pentagramas en paisajes sonoros

Directora Orquesta

Por: Thalía Fuentes Puebla

El pentagrama se vuelve un mapa cromático que, al interiorizarlo, la guía sin necesidad de papel. Así memoriza la música: pintándola, habitándola. ¿Cómo se asimila una obra compleja sin depender de las páginas? Marcia Quesada Artiles, la nueva directora titular de la Banda Nacional de Conciertos de Cuba, lo tiene claro: “La transformo en un paisaje. Los instrumentos son elementos; dibujo lo que quiero lograr con cada uno para poder aprenderme la música de memoria. Ya cuando llego al ensayo, la partitura está en mi mente. Luego solo queda ejecutar lo que ya vive en mí. Eso es lo principal a la hora de dirigir una orquesta”.

Desde este lunes, Marcia escribe un nuevo capítulo en la música cubana al convertirse en la directora titular más joven de la Banda Nacional de Conciertos. Sin embargo, este hito no es la meta, sino el peldaño más reciente de una trayectoria ascendente que ha construido con rigurosa formación artística y férrea voluntad. Cada etapa revela el mismo patrón: talento natural y excelencia académica convertida en maestría interpretativa.

Si preguntas por qué cambió el teclado por la batuta y cómo influye su background pianístico en la forma de dirigir, Marcia recalca que su sueño de niña era ser pianista concertista. Luego de su paso por Escuela Elemental de Música “Manuel Saumell”, ingresó en la Escuela Nacional de Arte donde conoció a la maestra Rosalía Capote y le abrió otros horizontes.

“Su hija, también pianista, llegó un día a casa y le confesó: ‘Mamá, quiero ser directora de orquesta’. Para ella fue un golpe inesperado, como si el mundo se le viniera abajo. Sin embargo, a partir de esa experiencia me dijo: ‘Te veo con todas las capacidades para dirigir, porque esta profesión requiere algo más que técnica; exige carácter’. Decidí tomármelo en serio y compartí la idea con mi familia. Fue entonces cuando me conecté con la profesora Daiana García, quien se convirtió en mi primera mentora. Gracias a su guía, pude ingresar a la carrera de Dirección Orquestal en el ISA”, rememora.

Es precisamente esa formación como pianista la que marca la manera de dirigir de Marcia. Con la maestra Rosalía aprendió a analizar las obras para piano visualizando su potencial orquestal, incluso antes de decidirse por la dirección. Le enseñó, confiesa, a abordar la música desde esa perspectiva, aprovechando la capacidad única del piano para sugerir timbres, dinámicas y matices propios de cada instrumento sinfónico.

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Marcia Quesada Artiles inició su formación artística en la compañía infantil La Colmenita, antes de ingresar al Conservatorio de Música Manuel Saumell. Durante su etapa de nivel medio, destacó en competencias pianísticas, obteniendo primeros lugares en el concurso Amadeo Roldán y representando a Cuba en el Concurso Internacional Villahermosa, Tabasco (México), donde logró segundo y tercer premio en sucesivas ediciones.

Su excelencia musical la llevó a la Escuela Nacional de Arte, donde se especializó en piano bajo la tutela de la profesora Rosalía Capote. Participó en la Chinese Bridge International Music Talent Competition, alcanzando el tercer puesto, y recibió clases magistrales de figuras como José María Vitier e Irina Samodaeva, graduandose con Título de Oro.

En 2022, comenzó sus estudios superiores en el Instituto Superior de Arte (ISA) en Dirección de Orquesta. Durante su primer año, fundó el Cuarteto DaCapo, con el que se presentó en embajadas y eventos académicos. Además, dirigió la Orquesta TonWerk de Múnich y la Filarmónica del ISA en el Teatro Nacional de Cuba.

La pianista es una persona agradecida. Lo muestra en cada instante del diálogo: “En mi camino musical, he tenido la fortuna de contar con maestros excepcionales que han moldeado mi formación. La profesora Rosalía y el maestro Guido López-Gavilán representan pilares fundamentales en mi desarrollo. Son dos figuras a quienes guardo profunda gratitud por su guía como tutores. Sin embargo, mi aprendizaje se ha nutrido de cada educador que ha cruzado mi trayectoria. Todo comenzó en el nivel elemental con la maestra Beatriz Olivera, quien durante siete años no solo me reveló el mundo del piano (instrumento que desconocía por completo), sino que sentó las bases técnicas que hoy poseo como pianista. Posteriormente, en el nivel medio, la profesora Rosalía elevó mi preparación abordando el repertorio con un enfoque más profesional.

“Mi formación en dirección orquestal tuvo dos mentores clave: inicié con la maestra Daiana García en el ISA y luego continué bajo la tutela del maestro Guido durante los cuatro años de carrera. Su apoyo fue determinante para los logros alcanzados hasta hoy, incluyendo mi posición como directora asistente de la Orquesta Amadeo Roldán y de la Banda Nacional. El maestro Guido, además de su excelencia pedagógica, ha sido un ser humano extraordinario cuyo acompañamiento estos años ha sido invaluable. A todos ellos, mi eterno reconocimiento por contribuir a la profesional que soy hoy”.

Bajo la guía del maestro Guido López-Gavilán y con formación complementaria de directores como Thomas Hengelbrock y Felipe Cunha, Marcia consolidó su perfil. Desde 2023, como directora Asistente de la Orquesta Sinfónica Juvenil Amadeo Roldán, destacó en eventos como la Gala por el 65º Aniversario del Icaic.

Tras graduarse con máxima calificación en febrero de 2024, superó un riguroso proceso de audición ante el Consejo Técnico de la Banda Nacional de Conciertos, convirtiéndose en la directora titular más joven en la historia de esta emblemática institución cubana.

De la orquesta juvenil a la Banda Nacional

“Estos casi tres años con la Orquesta del Conservatorio Amadeo Roldán han sido un constante aprendizaje. Me siento especialmente afortunada porque, recién terminando mi carrera de dirección (de hecho, aún estoy concluyéndola), ya tuve la oportunidad de dirigir desde mi segundo año de estudios”, asegura la pianista a La Jiribilla.

Trabajar con jóvenes músicos, confiesa, ha sido particularmente enriquecedor, aunque desafiante. “En esta etapa de hiperactividad y emociones intensas, descubrí que un director debe desarrollar también habilidades de psicólogo. Aprendí a escuchar —no solo la música, sino a cada intérprete— entendiendo sus capacidades sin necesidad de preguntas. Con el tiempo, fui conociendo cómo obtener lo mejor de cada uno, cómo pedir lo necesario para lograr el sonido que buscaba”.

Quizás esa capacidad de escucha activa sea uno de los mayores logros de Marcia en este tiempo. Una habilidad que, sin dudas, será invaluable ahora al frente de la Banda Nacional, donde muchos integrantes superan los diez años de experiencia.

“Mi enfoque al dirigir la Banda Nacional de Conciertos no es imponer, sino construir juntos. Busco que sea un trabajo en equipo donde todos aporten su visión, donde hagamos música con comodidad y consenso sobre el resultado final. Porque cuando hay acuerdo genuino, se logra esa conexión mágica con el público que nos escucha”.

La intención de Marcia Quesada Artiles en su nueva responsabilidad es preservar la tradición musical que caracteriza a la Banda en sus presentaciones habituales. Insiste. El repertorio que ha desarrollado la agrupación —que abarca desde piezas corales hasta composiciones populares europeas y latinoamericanas— resulta particularmente atractivo por su diversidad y frescura. “Esta línea programática, que considero sumamente valiosa, es la que aspiro a continuar”.

En este sentido, quiere llevar a la agrupación a nuevos niveles: explorar distintos escenarios para conectar con más público, participar en encuentros internacionales de bandas que enriquezcan su experiencia artística, y fomentar intercambios con directores y músicos que aporten nuevas perspectivas. “Más allá de la expansión territorial y profesional, el objetivo fundamental sigue siendo consolidar nuestra identidad y defender con orgullo el patrimonio musical cubano en cada presentación”.

En su criterio, ¿qué es más desafiante: la precisión rítmica o la expresividad en una banda? ¿Cómo trabaja ambas?

Ambos elementos son fundamentales, aunque su prioridad varía según la obra. Algunas piezas exigen mayor atención a la exactitud rítmica, mientras que en otras predomina la necesidad de transmitir emociones. Sin embargo, considero que deben complementarse armoniosamente. Para ilustrarlo, lo comparo con la pintura: ¿qué resulta más crucial, el trazo preciso o la combinación cromática? La respuesta siempre dependerá del estilo que se interprete. En ciertos géneros musicales cobra mayor relevancia la fluidez y espontaneidad, permitiendo que la agrupación desarrolle su carácter propio. En cambio, cuando abordamos composiciones contemporáneas con métricas complejas y cambios constantes de compás, la concentración en la precisión se vuelve indispensable. El verdadero desafío reside en equilibrar estos aspectos según las exigencias de cada creación musical, adaptando nuestro enfoque para respetar la esencia de la obra mientras mantenemos la cohesión del conjunto.

¿Cómo describiría el sonido “ideal” que busca para la Banda Nacional?

Definir el sonido ideal para la Banda resulta complejo, pues considero que la perfección es un concepto relativo. Para mí, se alcanza cuando el resultado final coincide con la visión que imaginé, pero especialmente cuando se crea esa magia invisible entre los músicos y el público. Ese momento mágico ocurre cuando la audiencia no solo escucha, sino que siente y comprende plenamente el mensaje que buscamos transmitir a través de las obras interpretadas. Es en esa conexión emocional, en esa comprensión mutua, donde reside verdaderamente la esencia del sonido que aspiro lograr.

Fuente: La Jiribilla

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